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Comiendo lo que somos!

El estilo de vida se vio transformado, al inicio por una necesidad y luego ya por elección, durante la pandemia. Hoy día, es común pertenecer a grupos de caminantes, ciclistas, buscadores de alimentos orgánicos, buscadores de la autenticidad, de asegurar el valor propio y finalmente de la felicidad. Nunca antes estuvimos tan lúcidos en cuanto a que la humanidad necesita un cambio de conciencia para con los demás, la naturaleza y finalmente también con nosotros mismos. El periodo de encierro con un virus flotando por doquier y la obsesión por mantener el sistema inmune a tope para evitar contratiempos, y sobre todo, el darnos cuenta que para morir no hay que estar viejos, se nos metió en las venas y ese es el resultado de muchos comportamientos actuales. 

Nos dio entonces por vigilar la dieta consumiendo más frutas y verduras, a hacer más ejercicio, a meditar etc. con el objetivo de permanecer más centrados en lo que realmente importa: disfrutar al máximo posible este paseo llamado “vida”.

Actualmente se considera todo un lujo el saber de dónde proviene y quien produce el alimento que consumimos (la famosa trazabilidad), cuestión que, (ojalá) disiparía con el tiempo en contra de la creencia de que lo de afuera tiene más valor que lo que producimos localmente.  Si lo tomáramos como una moda, nos llevaría a consumir lo que se produce localmente, bajando la contaminación ambiental con la que estamos tan casados los ticos.

En el afán de encontrar el origen de tanto descontento humano, se nos recomienda ahondar en temas como el amor propio y la autoestima, digerirlos y llevarlos a todos los rincones de nuestra vida. Y qué hay del amor por lo propio como país y de la autoestima de las comunidades que en estos momentos, ven más hacia afuera para imitar que por mantener las raíces e innovar con productos locales ofreciendo así al tan preciado turista, la oportunidad real de vernos a la cara el pura vida que somos? Por qué no nos hemos puesto creativos con los productos locales e innovamos platillos que nos alegren la vista, el alma y el bolsillo, y así apoyamos la economía local, damos visibilidad al agricultor y su gran pasión por la labor tan digna como es la de alimentar millones de bocas que gastan más en dietas y gimnasios que en lo que consumen?

Mire por donde se mire esto traería grandes beneficios a los territorios, a la creación de empleos, entre otros, y globalmente sería muy coherente con esa imagen tan atractiva que tiene el extranjero sobre Costa Rica, como el país verde, educado y pacífico que somos y paralelamente estaríamos aportando a la sostenibilidad humana colocando en el centro de nuestro actuar al ser humano.

Si el chicasquil es tan rico en nutrientes, por qué nos empeñamos en consumir la moringa en todas las presentaciones, solo porque nos la hicieron ver como algo muy saludable, aunque no sea originaria de nuestro país?

Se requieren esfuerzos que nos hagan volver la mirada hacia nuestras raíces, a la valoración y conservación de semillas, a la siembra de productos tradicionales, así como la conservación de ecosistemas. La cocina es la expresión de un pueblo y por lo tanto parte de su identidad. 

Ofrezcamos al turista también la oportunidad de experimentar lo que es capaz de producir esta tierra bendita, que alimentó a nuestros ancestros y que nos hizo convertirnos en algo que es más que el gallo pinto, olla de carne y tortillas.  Y con la educación que tenemos, podríamos llegar a innovar con eso que nos regala la naturaleza sin ser necesariamente copia de lo que hacen otras naciones.

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